Un supuesto debate para caracterizar la despenalización del aborto

Hice una larga pero necesaria respuesta a un texto que se popularizó en facebook desde la página “No al aborto sí a la vida“, que ya es una falacia, como si quien es favorable a despenalizar el aborto desease la muerte a gente por la calle.

La página es la siguiente: https://www.facebook.com/noalabortosialavida/?hc_ref=ARQKxXJIbusYPuLWWLkcX_rhJVycDaH9g_63U5kWzMHZ_oPhLFBxIbWnbfahaBfiMJY&fref=nf

El texto está destacado como citación y mi respuesta sigue a cada párrafo.

Al principio les creí. Pensé que proponían el aborto de buena fe y me dije: “Bueno, vamos a debatir”.

Me dijeron que proponían el aborto porque morían chicas. Les pregunté haciendo qué morían esas chicas, y me dijeron “abortando”. Les pregunté si esas muertes se evitarían si no se abortara y me dijeron que era machista.

Parece que no entendió por qué es machista, y lo explico: el error aquí está en el hecho de que una mujer no dejará de abortar por ser ilegal, pero siendo ilegal será forzada a hacerlo, aunque sea en las peores condiciones. Sí es machista porque obliga a la mujer a no abortar. No da una solución y sí solamente la prohibición, supuestamente basada en nociones religiosas, eso en un estado laico.

Me dijeron que el problema era la clandestinidad. Les pregunté si el riesgo que conllevaba realizar otros actos ilegales también era motivo para legalizar aquellos actos, y me dijeron que no, que era ridículo. Les dije entonces que el argumento que proponían era el mismo, y entonces era ridículo, y se enojaron.

Tendríamos que saber qué otros actos ilegales se pusieron en la balanza para comparar. El robo a mano armada ? El tráfico de substancias que irán perjudicar a otras personas ? El cobro abusivo de una deuda ? El no pagar un compromiso ? Espero que el lector vea que son ejemplos que no se comparan con interrumpir el desarrollo de un futuro embrión, porque hay un tercero que en el caso del aborto, no lo hay.

Insistieron en que era un problema de salud pública por la cantidad de muertes. Les pregunté cuántas eran y no se pusieron de acuerdo. Unas dijeron números ínfimos (ninguna vida es ínfima, pero era un número ínfimo para hablar de emergencia en salud pública), y otras que era un número altísimo, equivalente a la población femenina entera en un solo año. Entre ellas no vi discrepancia ni correcciones. Les pregunté entonces si el dato les importaba. Callaron. A las que dieron números pequeños les pregunté si no sería más efectivo a nivel salud invertir esos recursos en prevenir otras muertes más numerosas, y me llamaron insensible.Pero yo no las vi preocuparse por esas otras muertes numerosas. A las que daban números exorbitantes les pregunté cómo pensaban repoblar el país. No rieron.

Aquí hay una falacia de cantidad (ad populum). En realidad no importa cuántas sean las muertes. El hecho es que puede evitarse, si pasa a tratarse como salud pública (y no de opiniones religiosas). Independiente de su cantidad.

Cuanto a ser más efectivo invertir los recursos en prevenir otras muertes es un falso dilema. No se trata de comparar si debe invertirse en prevenir el cáncer o no, y sí de incluir una forma de tratar por la red pública un seguimiento a alguien que necesita de ayuda. Y no sería insensible si uno necesita que te operen del corazón, y te preguntan si no sería mejor invertir en prevención contra el cáncer ?

Les mostré que en países donde era más fuerte y eficiente la prohibición, había muchos menos casos de muertes maternas por abortos que en los países donde era legal que se hicieran. No les importó. Les mostré que otros países ya estaban sacando de circulación, por el peligro que traía a la salud materna, el misoprostol que ellas promovían en nombre de la salud. No les llamó la atención.

Es importante mostrar números porque las estadísticas de muerte en el caso de intervención por cuestiones de aborto en Europa son bajísimas. Estadísticas de otros locales necesitan ser analizadas con cuidado. Cuanto al misoprostol, su citación es un non sequitur, es irrelevante el método, el punto central es la despenalización. Es por eso que no les llamó la atención, porque no la tiene.

Empecé a dudar. Pensé que quizá se podía resolver el núcleo de la cuestión, que tiene que ver con la vida y la libertad. A los que les hablé de metafísica, me dijeron que eso era chamuyo. A los que les hablé de ciencia, me dijeron que la ciencia no tenía competencia en la ley. A los que les hablé de ley, me dijeron que era una cuestión de principios. A los que les hablé de principios, me dijeron que todo era relativo. A esos les pregunté entonces por qué estaban tan seguros, y me llamaron dogmático.

No sabemos qué metafísica, o qué ciencia mencionó. Talvez fueron estos mismos argumentos pobres, y por eso no le prestaron atención. Usando los nombres como ‘metafísica’ o ‘ciencia’ el interlocutor intenta vendernos que sus opositores son contra la metafísica o la ciencia.

Me dijeron que era una cuestión de pobreza. Les pregunté si les parecía bien matar pobres. Se enfurecieron. Les pregunté si sabían de las políticas internacionales que promueven el aborto como un recurso para reducir la población de los países pobres. A unos les parecieron bien. Otros no pudieron verlo, no soportaban la contradicción. Les pregunté si no era mejor mejorar la economía, y les hablé de modelos económicos exitosos. Se aburrieron y me miraron raro, como si hablara otro idioma.

No se trata de matar pobres. Primero porque interrumpir una gestación no es una muerte, y segundo que es una cuestión de pobreza porque, quien tiene menos recursos no tendrá oportunidad de tener un hijo en mejores condiciones. Por otro lado si se les apoya de forma a impedir un embarazo no deseado, para que pueda en otro momento mejor conseguir criar sus hijos, se les está ayudando y no creando imposiciones de origen religioso que los mantiene en peores condiciones. Es por eso que es una cuestión de pobreza.

Y nuevamente tenemos otro non sequitur: claro que sería importante mejorar la economía, pero es otro tema.

Me dijeron que era una cuestión de autonomía y autodeterminación. Les pregunté si estaban de acuerdo en aplicar la autonomía y la autodeterminación a temas de economía y política. Me dijeron que no, que uno no puede tomar decisiones que dañen a otro.

Otro non sequitur, y sin saber qué fue discutido, es algo muy vago y de opinión de las personas envueltas en la discusión.

Me dijeron que era un tema de igualdad de género. Les pregunté si los padres podían demandar el aborto en contra de la voluntad de la madre. Se escandalizaron. Les pregunté si la madre podía abortar contra la voluntad del padre. Les pareció obvio. Les pregunté si entonces todavía creían en que a un padre se le puede exigir legalmente hacerse cargo de un hijo que él no quiso. Lanzaron gritos de guerra.

Nuevamente asuntos diferentes. Pero el padre en términos biológicos y económicos ya participa poquísimo en el riesgo de un embarazo. Por eso se de esa decisión, que en el mejor de los casos, debe ser un consenso, pero muchas veces no lo es. Y ‘lanzar gritos de guerra’ es una falacia del hombre de paja para demonizar probablemente feministas como si fuesen guerreros que gritan ensandecidos.

Me dijeron que era un tema de países progresistas. Les pregunté si estaban de acuerdo con todas las políticas de esos países. Negaron rotundamente. No vieron nada raro en eso.

El hecho de que ya fuimos colonia de países hoy progresistas hace que nazcan divergencias en sus políticas, pero nuevamente esto es irrelevante pues estamos hablando de un progreso en el entendimiento de que el estado es laico y debe tratar asuntos de forma laica, un progreso que en América Latina nunca llega.

Me dijeron que nadie podía obligar a una mujer a ser madre. Estuve de acuerdo. Pero les pregunté primero por qué sí se podía obligar a un hombre a ser padre. No entendieron. Les pregunté si creían que el derecho a decidir estaba por encima del derecho a vivir. Dijeron que era relativo. Les pregunté por qué, mejor, no buscamos una propuesta superadora que respete las 2 vidas y la elección de los padres a no hacerse cargo. Me dijeron que no les hable de adopción. Les pregunté por qué. Callaron. Les insistí en por qué no mejorábamos el sistema de adopción. Me dijeron que era imposible. Les comenté de otros países donde se hacía. No quisieron escuchar. Les mencioné proyectos de ley en nuestro país para mejorar el sistema. Pero nadie había hecho pañuelos por ese proyecto. Tampoco ahora.

Sería importante mejorar el sistema de adopción pero no para condenar una mujer a tener toda la gestación y parto. Así de simple.

Las vi vestidas todas de un mismo color, vitoreando a su equipo, agradeciéndole las emociones que les hizo vivir. Les dije que había ahí un fenómeno de masificación, y me llamaron racionalista. Les pregunté si no seguían sin cuestionar lo que la masa, manipulada por medios y poderes, les proponía. Me llamaron nuevamente dogmático. Sí. A mí.

Me di cuenta entonces que eran todas excusas. Que directamente la vida no les importaba. Ni la de los seres humanos en gestación ni la de las gestantes. Si no, habrían dudado. Si no, habrían escuchado. Si no, habrían investigado. Si no, habrían militado por propuestas superadoras. Pero no. No les importa.

¿Acaso las chicas sólo quieren poder matar? ¿Acaso los chicos sólo quieren desentenderse y no hacerse responsables?

Qué triste que después de tanto feminismo crean que sólo pudiendo matar serán empoderadas. O peor: que no crean nada; que no se hayan animado a detenerse a pensar.

Autor: Guillermo N. Barber Soler

Y aquí se remata esa falacia del hombre de paja, en una ‘mujer de paja’ para quemarla en la hoguera de las feministas caracterizadas como intolerantes y masificadas.

Una pena que el escritor no se haya dado cuenta de su propio machismo, y de su defensa a viejos hábitos respaldados por una religión represora.

Ojalá podamos un día atravesar esa fiesta de falacias.